—por qué no publicái una foto de mi libro en tu Instagram?
—porque o sino la Peguizoo no me va a invitar a su cumpleaños
ayer estuve de cumpleaños. en seis años nunca te acordaste, Blas. no importa, poco antes de la ruptura descubrí y me quedó clarísimo que el cumpleaños en el que piensas seis meses antes, para el que te preparas, por el que no te importó despreciar mi trabajo, es el de la Peguizoo
—vái a ir al lanzamiento del libro?
—no sé
era una pregunta retórica, huevón, para que me dijeras "por supuesto", tocaras una pierna y besaras en la frente mientras manejabas
“no sé”: un puñal dolía menos
“me aburren tus miedos y a ti mi intensidad”, Matías Rivas: podría hacerme una polera con ese verso para irme a emborrachar al 951 o la terraza de Merced 84, entre Santiago y Providencia, tus obras que tienen neones y baldosas rosadas: mis dos portadas tienen aquel mismo rosado, el rosado soy yo, pinky promise
mi ropero también está lleno de rosado, los vestidos que disfrutabas sacarme por sus texturas de encaje, bordados o la suavidad de las telas, lo que la Jacinta te negaba con sus poleras del Jumbo
me acuerdo de esa noche en tu oficina cuando llegué a revolcarnos entre las maquetas y planos, envuelta en un polerón con lentejuelas. miraste tu buzo y te dio una vergüenza, que para bajar a la calle buscaste una camisa y una chaqueta de tela
mi rosado y tu negro eterno
ahora Jorge me celebra el cumpleaños en un restorán del eje París-Londres, calles que conoces bien, imagino, porque ahí ha expuesto la Peguizoo sus pinturas que son como del Easy, según ella misma ha anunciado por todo lo alto en Instagram, tal como nos contó que se cambió de casa al Cajón y se sacó una foto en la fachada, para que cualquier psicópata pueda llegar con un hacha o un revólver
no, cariño, tengo mejores planes
como mi almuerzo con Jorge del que salimos medios ebrios
—oye, esto podría ser una benzodiazepina
un editor del otro diario una vez llegó a mi puerta con la misma idea
mi generación ya descubrió que el amor no es rojo ni dorado, sino que, tal vez, neón, como miro al entrar a uno de esos hotelcitos discretos para perras caras, por los que se caracteriza el barrio
hay una pieza roja, imposible recordar el piso, que parece sacada de entre David Lynch y “50 sombras”
ahí me desvisto y beso con ternura a mi amigo, nos conocemos desde el colegio. me golpea con las manos y luego el cinturón para abrir la piel y escuchar sollozos, el pecado, la complicidad, una hermandad, una fraternidad dirían en “el patio del poder”
lame las heridas y me voy de viaje a mi paraíso sanguinolento
sé que bajo la ducha arderán
—a ver, dame un poco de ese dolor que tanto te gusta —alegabas, Blas, y en YouTube te mostré cuál es el comunista al que amé, Sebastián
llegaste a temblar
viste que cuando habla es igual al coprotagonista de mi novela, de “Educación Superior”? aquí todos participan, no tengo sexo ni relaciones porque sí, es demasiada energía: necesito una narrativa a cambio, de lo contrario preferiría estar leyendo
una apuesta alta
así me gusta, como el cosmopolitan que agito en un café al costado de La Unión
escribo esto bajo esos efluvios, bendito sea el corrector ortográfico que nadie se entera cuando estoy ebria a las tres de la tarde
—no, Valeria, porque tú empujas y fomentas a la gente en su locura —alega Fernando, otro de mis editores, amigo y primo (jjj) cuando le pido que me presente a un tipo
te cuento, Blas, que el comunista una vez me dijo que nunca sintió nada por mí, con eso terminó de desangrarme
—eso vas a decir de mí después
—no, sólo diré que casi me volviste loco
los entrevistados a veces se quejan de que los mareo, de que cuando apago la grabadora no están seguros de qué dijeron
así se encuentra el Santo Grial
de esa forma buscaba tu corazón
—conozco tus juegos de memoria, Barahona… esa niña con jumper de colegio de monjas que andaba con mi amigo de la facultad
después de un par de nudos y amarras más, un candado en las cadenas y un fustazo del que todavía tengo una marca en el brazo, llega el segundo orgasmo: aprovecho de subir cuanto puedo, mantenerlo, explorar cada rincón del cielo antes de la caída desde el cielo tornasol a la pieza rodeada de neones
me busco en un espejo: no estoy envejeciendo mal
muerdo la hojita de menta en la copa
es hora de brindar por mí
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en los diarios de hoy hice un poquito de metarrelato de “Educación Superior”, destellos para el futuro, marcas en el bosque:
todavía podemos encontrarnos en Buscalibre y librerías indies