antes de doctor Rai estuvo doctor Pablo, una impertinencia no recordarlo
Pablo ha sido el mejor porque es el único psiquiatra que, riéndose como cabro chico, me ha mirado sobre el diván, sacado el recetario y
-ya, qué caramelos te gustan más?
-lo sabes
-siete milígramos?
-diez
-no hay de diez. lesa
Pablo tiene una tarifa impagable. imposible acceder a su reino escudada en una previsión, todos pagan un monto medio pornográfico, aunque sé que ayuda a varias personas. un chico bien, emparentado con apellidos que firmaron constituciones. aunque lo más interesante es que es legionario de Cristo (algo así como los Opus, pero todavía más cuicos)
el doctor es probable que sólo haya tocado un cuerpo “para engendrar hijos a tu servicio”
por supuesto que yo no le pagaba, tenía un marido que me hacía ese regalo
convenio marco que nunca entendí muy bien. tampoco quise saber mucho
los escritores se psicoanalizan y ya, acepté
en la oficina de Pablo se activa el roaming del celular
el mundo se ve distinto desde lo alto
Pablo me regalaba las pastillas que yo quisiera -supongo que calculando no poner en riesgo mi vida -porque le apretaba la conciencia, quizás pensaba que estafaba a mi marido cobrándole, pero habría sido muy raro dejar de hacerlo. aparte de las pastillas nuestro trato oculto era juntarnos a la hora de almuerzo o al final de su día, para tener sesiones por cerca de dos horas
un par de veces deslicé mi espalda, arrastré la falda por el cuero fino de su diván
no sé si le pasó algo
a él le interesaba mi relato, entender la mecánica de los sexshops del centro, lo cool que es JapiJane, los medios escondidos en departamentos en Providencia donde te reciben con copitas de champán. Pablo quería saber por qué una chica de mi edad y clase social se entusiasma con el cuero, las cadenas y los golpes. en qué momento conocí a mi marido, otro legionario. si seguía jugando a escondidas. cómo se usa el lubricante -todavía no vendían en el Jumbo. quienes creen que la moral en Chile está estancada, no van al supermercado -, la copita menstrual, cómo es fornicar estando con el periodo, cómo eran las fiestas en esas casas de Las Condes donde forraban los muebles con plástico, cómo circulaban las fotos y los acuerdos previos de silencio
a Pablo le mostraba el mundo y él pagaba el viaje con las facultades que la ley le otorga como psiquiatra
cerca había una farmacia, así que todo se sellaba en minutos
puedo afirmar que quien pagaba todo esto nunca se enteró
era mi fiesta y podía llorar todo lo que quisiera mientras un hombre hermoso me miraba y tomaba apuntes
Pablo sabe que ya no lo necesito. Rai confía en que no lo necesito
yo necesito tus tentáculos