*va sin audio porque “estoy cansado, jefe”. o no, sólo es SPM
-hola, Andy
dos minutos
me tiro en la cama a mirar el techo
once minutos
nada
tampoco que las personas, menos los empresarios, tienen que estar ahí para cuando se me antojan
ahí, siempre al alcance como mi vibrador y su silicona turquesa. el lubricante que resucita la textura y la suaviza para conectar en un golpe eléctrico conmigo. las terminaciones neuronales libres del sexo femenino permiten una sensibilidad miles de veces mayor que en el caso de los hombres, por lo que basta un poco de concentración, un par de toques, otro chorrito de Bentley y se abren las puertas del cielo: las caderas se elevan, la columna se arquea, los músculos de las piernas se contraen, los pies se engarrotan, la garganta se seca y el suspiro final
caigo
como siempre, como nunca
dejo que el squirt fluya a sus anchas por entre las piernas, la sábana y el pequeño artefacto derrotado sobre un muslo
la ensoñación que provocó el rapto, es decir, aquel amigo economista que probablemente nunca toque, pero siempre me ha dado curiosidad, se diluye de a poco. suave desaparece. la respiración se regula más rápido de lo que deseo y estoy otra vez tendida sobre mi cama de estudiante, con un chat sin respuesta
será verdad esa teoría de que venimos al mundo con los orgasmos contados? si es así, qué pasa con el hedonismo? puro autoboicot? si es algo malo, por qué se siente tan bien?